La investigación

Fue a finales de la década de los noventa del pasado siglo XX, cuando Antonio Gascón y Ángel Briongos coincidieron en un programa de radio en Barcelona. La charla derivó, como no podía ser de otro modo, por enigmas y misterios aragoneses que durante siglos abonaron de leyendas los caminos, dando amistosa charla en los carasoles de las villas centenarias.

Y entre historias poco conocidas como la del duende de Zaragoza, el maquis o la bolsa de Bielsa, hubo una que parecía reunir todos los ingredientes literarios para poner en guardia a estos dos investigadores de lo insólito: el milagro del cojo de Calanda, (Teruel).

Pocos días después intercambiaron información sobre el tema, descubriendo las lagunas existentes que habían formado el mito y que durante siglos permanecían imperturbables, por lo que decidieron ponerse manos al papel y buscar, dato a dato, documento a documento, las incongruencias que adornaban la leyenda piadosa y romántica del milagro de la restitución de una pierna, por mediación de la virgen María, en la figura de un pobre mendigo del siglo XVII.

Conforme terminaban alguna investigación sobre algún tema relacionado con el milagro, nuevos documentos venían a dar al traste con la finalización de la obra que se estaba gestando, al margen de la censura eclesiástica, a la que el milagro había sido sometido durante casi cuatro siglos.

Los nuevos descubrimientos de Gascón y Briongos se unían al conocimiento que se tenía del portento sobrenatural; y enigmas aparentemente inconexos con el milagro, como el mapa de Vinlandia y su relación con el mayor robo de incunables de la historia en La Seo de Zaragoza, o un proceso inquisitorial al vicario de Calanda de aquella época, se tornaban conectados con la intrahistoria del milagro, al que terminó por unirse una exhumación secreta al supuesto cadáver del mendigo Miguel Pellicer.

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